Estaba chequeando un libro de Leyes de Ingenieria con respecto a la validez de los contratos orales, cuando conseguí algo curioso. Yo pensaba que los anillos de compromiso son de la persona que los recibe. En el imperio del mal no siempre es así (por cierto como será en Venezuela donde el derecho está basado en el romano?).
En el imperio los contratos orales pueden hacerse cumplir en una corte. Por ejemplo, si llegas un acuerdo con alguien de que te va a pintar la cerca de tu casa por $200 y ese alguien lo hace, difícilmente podrás zafarte de la responsabilidad de pagar las 2 tablas. En una corte darán como válido el contrato.
Sin embargo, siempre existen excepciones a la regla y no todos los contratos orales pueden hacerse cumplir.
Si dejas una herencia, o quieres hacer un contrato de bienes raíces este debe ser por escrito o no se podrá validar la existencia de ese contrato. Hay un trío más de excepciones (especificadas en la Ley de Fraudes) y una en particular que me llama la atención por los posibles casos a los que se puede aplicar es aquella en que se hace un contrato donde la promesa es el matrimonio. En éste caso, tal contrato debe hacerse por escrito.
Esta excepción tiene todo el sentido si hablamos de un acuerdo prenupcial. Antes de casarte, tu futuro "pior es nada" debe negarse a los derecho de tus bienes obtenidos antes del matrimonio (abogados y gente de leyes, disculpen mi lenguage "chucuto"). Esto tiene sentido en muchos casos, porque una vez que decides casarte puedes protegerte de que un divorcio no te deje en el suelo. Todos los multimillonarios firman un acuerdo prenupcial (excepto el viejito que se casó con Anne Nicole Smith).
Ahora bien, que pasa cuando lo que está en juego es un anillo de compromiso? Discúlpenme el francés, pero aquí huele a peo.
Hubo un caso en Texas de un tipo llamado Michael Curtis que terminó con la novia, Michele Anderson y la demandó para que devolviera el anillo de compromiso (de diamantes), argumentando que le montaba cachos.
Mr. Curtis declaró que estaba sobreentendido que el regalo estaba condicionado a la promesa de matrimonio. Su ex-prometida, declaró que era un regalo y que no le iba a devolver nada porque no existía un contrato por escrito.
La corte falló a favor de la mujer ya que ese contrato oral no puede hacerse cumplir en una corte (especificado la Ley de Fraudes) y que por el contrario en el supuesto caso que hubiese un contrato debía ser por escrito. Para que esto sucediera, la corte estableció que el demandante justo ANTES de pedirle matrimonio tenía que sacar un papel pidiéndole a su futura cuaima que firmara un papel comprometiéndose a devolver el anillo que éste le daría después de firmar y de declarársele.
Qué cuaima, que se jacte de serlo va a aceptar que antes de recibir el anillo se le ponga a firmar un papel? Dónde está el romance y las buenas costumbres?
Por supuesto, la intención de la Corte no era decirle al señor Curtis cómo debía hacerlo en una próxima oportunidad, sino decirle: "usted está orinando fuera del perol, lo que se regala no se quita".
Al establecerse que el contrato no tenía validez en la corte por tratarse de una promesa de matrimonio, Curtis apeló a la Ley de Regalo condicional. Como Anderson (quien fue la que recibió el obsequio) no fue la persona que rompió el compromiso sino él, entonces la regla no aplicaba tampoco.
Conclusión: Sejo.
Cosas como estas cuestan creer que se lleven a corte en cualquier otro lugar del mundo. Sin embargo, lo que si sucede, es que muchas mujeres sin necesidad de cortes y leyes devuelven el anillo de la discordia. Se lo zampan por el ojo, le dicen que se voltee que se le cayó el jabón o simplemente en una de Lupita Ferrer se lo devuelven entre llantos y negándolo todo (lo que haya que negar). Otras hacen lo de Michele Anderson y se lo quedan.
Pongamos de lado la ley del imperio, tu que harías?
El Pollo