Sunday, April 4, 2010

El drama de "salir del clóset"




Por Redacción de El País

Tras una vida de silencio, esta semana Ricky Martin reconoció públicamente su homosexualidad. En Colombia, miembros de la comunidad LGBT cuentan su -muchas veces traumática- experiencia y reclaman respeto por la diversidad.

Todos los gays sabíamos que Ricky Martin era uno de nosotros. Pero salir del clóset teniendo hijos es admirable, porque muchos padres piensan: ‘no lo digo por mis hijos’, pero él dijo: ‘por mis hijos lo hago: soy homosexual’. Es una cuestión de transparencia, y se necesita mucho valor para eso”.

Quien así piensa es Germán Humberto Rincón Perfetti, no es otro fan del cantante sino un abogado defensor de los derechos de la comunidad LGBT (Lesbianas, Gays, Bisexuales y Transgeneristas), en Colombia.

El jurista cree que la actitud de Ricky Martin alentará a muchos personajes públicos, no sólo de la farándula sino de la política y la sociedad en general, a dejar de llevar una doble vida y “tener que fingir familias y situaciones que son mentira”.

Pero no sólo se trata de quién revela su condición sexual, sino de qué tan preparados están los demás para aceptar que su propio hijo, hermano, amigo, padre o madre les dé esa noticia que cae como un rayo fulminante: “Soy homosexual”.

En Colombia, uno de los casos más representativos de repudio social lo padeció el escritor costeño Alonso Sánchez Baute, quien reveló su homosexualidad y detalles inéditos sobre el mundo Lgbt en su novela ‘Al diablo la maldita primavera’.

Esta obra, la primera que describe en detalle el mundo ‘Drag Queen’ en Colombia, conmocionó a la conservadora sociedad de Valledupar y le trajo al autor el más rotundo rechazo de su familia.

“No sé si volvería a hacerlo, causé un caos familiar. Tal vez de haber sabido que sería así me habría contenido. El que carga con la tragedia es uno, como gay, pero la familia es la que se atribuye el rol de víctima. Así ha sido en mi caso y en todos los que conozco”, dice el autor.

“Hay que entender que para la familia es una pérdida, un fracaso, pero lo curioso es que tengo amigos que han sido expulsados de casa por ser gays y, cuando triunfan económicamente y se vuelven ricos, son recibidos con los brazos abiertos. ¿Qué clase de mensaje es ese?”, se pregunta Sánchez Baute, quien actualmente reside en Bogotá.

Asegura que no hay mucha diferencia entre ser gay en una ciudad pequeña como Valledupar, y ser gay en una metrópoli de ocho millones de habitantes como Bogotá.

“Uno creería que Bogotá es más liberal, más abierta, pero es sólo un mito. Lo que pasa es que entre más grande sea la ciudad, más fácil es tener anonimato. En Cali, por ser una ciudad con menos habitantes, corres más riesgo de que tus conocidos o tu círculo de amigos te vean entrar a una discoteca gay, pero en el fondo la mentalidad de toda Colombia es igual, somos un país de derecha, hay espacios que se han ido conquistando pero aún es muy difícil ganarse el respeto”, asegura Sánchez Baute.

En eso coincide con Blanca Inés Durán, ingeniera industrial de los Andes, actual alcaldesa de la localidad bogotana de Chapinero y líder de la comunidad LGBT. “La principal dificultad para salir del clóset es el temor al rechazo y la discriminación, porque la sociedad colombiana todavía es homofóbica”, sostiene ella.

Blanca Inés ha conocido casos de discriminación en todos los ámbitos, incluso en prestigiosas universidades que se declaran abiertas de mente pero descartan a los jóvenes que declaran su orientación sexual en la entrevista de admisión. En el entorno laboral, denuncia el caso de muchos homosexuales que son brillantes profesionales pero nunca logran ascender en cargo y salario, y que incluso son despedidos de sus trabajos por causas aparentemente justas pero asociadas, principalmente, con la incomodidad que genera su preferencia sexual.

Pero los casos más recurrentes suceden al interior de las familias, y van desde la agresión física, verbal y psicológica al hijo o hija que se declara homosexual, hasta situaciones tan aberrantes como el de una mujer en Barranquilla cuya familia permitía que fuera violada ‘para ver si así se curaba de la enfermedad del lesbianismo’. “Son casos que nos aterran y muestran que falta mucho por hacer en Colombia”, afirma Blanca Inés.

Sin Dios y sin ley

Desde el punto de vista legal -dice Rincón Perfetti- el país ha avanzado, pero falta evolucionar en lo social y en lo educativo, porque, según él, los funcionarios se niegan a cumplir las decisiones judiciales y las sentencias de la Corte que favorecen a la comunidad LGBT.

“Cuando un funcionario con prejuicios se niega a cumplir la ley –dice Rincón–, gana la homofobia. Así será muy difícil que una persona salga del clóset en este país, porque sabe de antemano que será mal atendida, aunque tenga todo el derecho para reclamar ante las autoridades”, dice el jurista, quien cita ejemplos de parejas que no han podido legalizar su unión, pues, según los funcionarios encargados, “eso no se puede hacer” o “es ilegal”.

“Hemos tenido que luchar desde 2009 para que la Superintendencia de Notariado y Registro envíe un comunicado a todas las notarías ordenando hacerlo y cómo hacerlo”, dice el abogado. Aún así, denuncia que las pocas veces que los toman en serio para estos requerimientos, los atienden de último y de mala gana.

La ley y los LGBT

•Los mayores avances están relacionados con los derechos de parejas del mismo sexo: los mismos que una pareja heterosexual en unión libre después de dos años de relación.
•Ese derecho, adquirido por una sentencia de la Corte Constitucional, hace que puedan acceder a los beneficios de la seguridad social, tanto en salud como en pensión cuando la pareja muera, al patrimonio (herencia) y a recibir la nacionalidad de la pareja colombiana.
•Lo que la ley colombiana no permite entre parejas del mismo sexo es el matrimonio y la adopción.


“Igual sucede en los fondos de pensiones. Creen que los homosexuales son unos ladrones que van a robar dinero y les ponen todo tipo de obstáculos para reclamar las pensiones de sobrevivencia, exigiendo absurdos requisitos adicionales, que no piden cuando se trata de una pareja heterosexual”, sostiene.

Así pues, la ley no basta, hay que formar a los funcionarios para su cumplimiento objetivo. Pero si desde el punto de vista legal está lejos la aceptación de la diversidad sexual, desde el punto de vista religioso el panorama es aun más complicado.

“Para nadie es un secreto que las orientaciones sexuales han sido duramente juzgadas por las diferentes religiones y posturas hegemónicas, tradicionalistas, heterosexistas, que dificultan esa parte tan esencial de la personalidad como es ejercer la sexualidad libremente”, señala el psicólogo Miguel Rueda.

Por su parte, Fray Luis Patiño Santacoloma, sacerdote franciscano, admite que “la tradición de la institución eclesiástica dificulta mucho la vida de las personas que tienen opciones de género diferentes”.

“Ese es el problema –continúa el religioso–, una cosa es la institución eclesiástica y otra muy distinta el Evangelio de Jesús, según el cual no podemos discriminar a nadie y tenemos que relacionarnos más allá de nuestras diferencias”, dice el sacerdote, quien está convencido de que “la unidad se enriquece con la diversidad y se daña con la uniformidad”.

Y añade: “Poco a poco esperamos que la Iglesia Católica, siendo cada vez más fiel al Evangelio de Jesús, aprenda a aceptar esa diversidad de opciones sexuales, sin condenarlas, porque eso va en contra del Evangelio”.

En otras latitudes, este camino ya se está recorriendo: Mary Glasspool fue la primera lesbiana en ser nombrada obispo de la Iglesia Episcopal de EE.UU. Y en Suecia, Eva Brunne, también lesbiana, fue declarada obispo de Estocolmo por la Iglesia Luterana.

Salir o no salir... esa es la cuestión

El psicólogo Miguel Rueda, quien desde hace muchos años atiende casos de personas que se debaten entre salir o no salir del clóset, explica que no existe un momento específico de la vida para hacerlo. “He tenido pacientes de 14 ó 15 años que ya lo han revelado o están en el proceso de hacerlo, hasta gente de 70 años que hasta ahora está empezando a aceptar su orientación sexual. No hay reglas fijas. Es un momento particular para cada persona”.

Advierte que es más complicado para las personas que ya tienen una familia conformada, esposo, esposa o hijos, incluso si éstos ya son adultos y profesionales. “Se trata de personas que están casadas y por encima de los 45 años de edad, pero tienen esa orientación sexual hace 30 años, entonces hay que comprender el contexto antes de revelar su situación”, dice Rincón.

Marcela Sánchez, lesbiana, activista y vocera de la ONG Colombia Diversa, ha vivido en carne propia la dificultad de salir del clóset, pero está convencida de que no es una situación que deba mantenerse escondida.

“Uno lo esconde por miedo, por temor a las consecuencias negativas, por temor a la discriminación de la sociedad, pero debería ser tan fácil de expresar como lo es para las personas heterosexuales. Sólo hay una diferencia entre homosexuales y heterosexuales: que la primera condición se revela, por lo general tarde, mientras la segunda siempre ha estado revelada”.

Y mientras cientos de fans envían mensajes de respaldo a Ricky Martin, el drama continúa para los miembros anónimos de la comunidad Lgbt, esos que no tienen tanta fama, belleza, dinero, éxito o carisma para amortiguar el peso de decir, francamente y sin temor al rechazo: ‘soy homosexual’.

En pocas palabras

"Uno no decide ser gay o ser heterosexual. Lo que sí decide es si lo revela o no lo revela, en qué momento lo revela y a quién se lo revela”. Miguel Rueda, psicólogo

"El Evangelio de Jesús es un llamado a amar, a no juzgar a nadie por nada, y a convivir en medio de la diferencia”. Fray Luis Patiño, sacerdote franciscano.

"Cálculos aproximados señalan que entre el 7% y el 10% de colombianos estaría en el grupo de lesbianas, gay, bisexuales y transgeneristas”. Blanca I. Durán, alcaldesa menor de Chapinero.

"Hoy, mi padre no me habla y mi madre se aleja más. Debí pensarlo mejor, no contarlo, seguir con mi silencio”. Armando, bisexual caleño.

Glosario:

•Género: es el sexo con el cual se nace, y se define básicamente por el aspecto biológico, cromosómico, anatómico y psicosocial.

•Orientación sexual: define hacia quién va dirigida la atracción sexual. Si es hacia el sexo opuesto se llama heterosexualidad, y si es hacia el mismo sexo se llama homosexualidad.

•Rol sexual: significa cómo funciona en la sociedad la persona, si con rol femenino o con rol masculino.

•Identidad sexual: es cómo se ve la persona a sí misma, es decir, con qué género se identifica.

•Gay: aquel hombre que se siente a gusto con su género, es decir, sabe que es masculino, pero siente atracción hacia personas de su mismo sexo.

•Lesbiana: corresponde al mismo concepto anterior, pero aplica sólo para mujeres que se sienten atraídas por otras mujeres.

•Bisexual: que siente atracción sexual y afectiva por ambos sexos.

•Los T o ‘trans’: su sexo biológico no está de acuerdo con su sexo psicológico o mental, como es el caso de travestis, transgénero e intersexuales (también llamados transexuales).

•Transgénero: persona que trasciende su orientación de género y se identifica con los roles opuestos asignados social y culturalmente al hombre o la mujer.

•Travesti: persona a la que, en ocasiones, le gusta atribuirse o asumir características de roles del género contrario al suyo y siente satisfacción sexual en ello.

•Transformista: travesti que cambia su rol de género para un show.

•Drag Queen: travesti que se viste sólo para espectáculos, pero no le interesa ocultar su masculinidad ni exaltar la feminidad, sino escenificar una estética androide por placer.

Cuántos son

El universo de la población LGBT en Colombia es desconocido, porque al Dane se le pidió incluir la pregunta sobre las preferencias sexuales en el censo del 2005, propuesta que no fue aprobada. Por esa razón no hay estudios ni cifras al respecto, pero cálculos de Colombia Diversa sugieren que al rededor del 10% de la población colombiana es LGBT.

Los derechos que han sido reconocidos a esta comunidad se han dado por medio de la Corte Constitucional. Según Blanca Inés Durán, no hay un sector político interesado en aprobar los temas relacionados con la población gay, “tenemos políticos renuentes a aprobar estos temas por miedo de que sus votantes los encasillen. Por eso el Congreso ha sido tan temeroso mientras que la Corte Constitucional no tiene la presión de ‘pescar votos’”.

Los países donde es más fuerte la legislación en favor de los derechos de las comunidades LGBT, son aquellos donde se les permite el matrimonio, como Canadá, Holanda, Bélgica, España y Suráfrica.

Estados Unidos tiene unos pequeños avances en algunos estados, pero son pequeños guetos y el matrimonio no existe en ningún estado del país.

En Colombia se respeta el derecho migratorio, es decir, si la persona tiene visa, a su pareja también se la dan; en EE.UU. ese derecho no existe en ningún estado. En seguridad social también ocurre igual. En San Francisco, que es un ícono mundial gay, la población votó en contra de los derechos homosexuales.

Ellos tienen la palabra

"Hay seres a los que a la sociedad le gustaría negarles su existencia y por ello termina volviéndolos invisibles. Aquellos que no caben en el molde suelen ser aislados, a veces contra su voluntad”. Manuel velandia, fotógrafo colombiano y coordinador del grupo Decide-T en España.

"Soy bisexual. Sin embargo, es una decisión mía, muy personal, que sólo debe interesarle a mi entorno. Eso, a pesar de todo, no quiere decir que promueva la idea y la difunda. Cada quien es libre de hacer su vida”. Angélica Lozano, ex alcaldesa de Chapinero.

"El centro de la vida no es ser o no ser homosexual. No soy homosexual vergonzante, por el contrario me siento orgulloso de pertenecer a un grupo de ciudadanos que lidera muchas actividades destacadas”. Felipe Zuleta, periodista.

"Uno no se enamora del sexo, sino de la persona. En este país muchos viven lo mismo, pero lo esconden. A mí, por ejemplo, me gustan las mujeres, pero me gustan más los hombres. Con las mujeres lo hago más por provocar“. Carla Giraldo, actriz.

"Cuando uno mismo es el que dice ‘yo soy marica’ ¿qué pueden decir los otros? Lo grave es el secreto, el rumor, el chisme, la burla, la culpa que otros quieren expiar en uno”. Alonso Sánchez Baute, escritor colombiano.

"Salir del clóset es un asunto individual. Para tomar esa decisión hay que evaluar los riesgos, es decir, si es mejor permanecer en el clóset para protegerse, así sea una decisión indigna, o enfrentar la discriminación”. Marcela Sánchez, vocera Colombia Diversa.

Confesión

•Armando*, de 37 años, es soltero, bisexual, de Cali, tiene una hija de 13 años, de una relación en su juventud.

“Jamás sentí una inclinación sexual hacia alguien del mismo sexo en mi juventud. Siempre fui un joven que jugó fútbol, tomó tramo y tuvo cientos de novias que duraban apenas días. Sin embargo, un día cualquiera mientras disfrutaba una fiesta, un hombre me atrajo. Curiosamente, lo observé toda la noche. No sé si tenía un imán, pero no dejé de mirarlo.

Físicamente no me gustaba, sólo sentía atracción. Incluso, las mujeres lo perseguían. Cuando lo volví a ver ya pasé de la atracción al gusto. Me lo presentaron y tuvimos una empatía inusitada. Ese día, cuando nos conocimos, hablamos toda la noche, nos acompañaron varias mujeres, pero siempre mi mirada era hacia él. El tipo me atraía.

Una vez lo invité a almorzar y me confesó que se sentía muy bien conmigo. Nos conocimos, hablamos de las novias –él tenía novia have 3 años, y yo hace 2 años- y discutimos de asuntos banales y de mujeres. Cuando nos íbamos a despedir me dijo que lo siguiera hasta su casa que tenía algo que decirme, pero en privado.

Accedí, sin temor. Sentía un agrado por él enorme, como si fuera una mujer. Al llegar a su apartamento conversamos mucho hasta que todo se dio y terminé en su cama por varias horas. Sí, tuve una relación homosexual, no me detuvo nada, in mi novia, ni mi condición de hombre. Todo resultó arriesgado, pero me sentí feliz.

Descubrí que ese hombre me gustaba. Con el tiempo, noté que otros hombres me atraían, pero también las mujeres, aunque me sentí mejor con personas de mi mismo sexo. Duré con esta relación cerca de un año, muy clandestinamente porque ambos teníamos nuestra novias, hasta que un día decidimos separarnos. No hubo razones.

Tras eso, duré 5 años antes de salir del clóset. Sentía miedo por lo que pudieran decir mi familia y mis amigos. Pero, con ayuda de Dios, y de una hermana, salí a decirlo. Hoy, mi padre no me habla y mi madre cada día se aleja más. Ahora cre que debí pensarlo mejor, es decir, no contarlo a nadie y seguir mi silencio. Pero la pregunta: ¿y mi felicidad? Esa solo me importa a mi.