Por: Gonzalo Gallo(conferencista)*
Al enterarse de la muerte de la modelo Lina Marulanda, una niña de 9 años le pregunta a su mamá en Medellín: “Mami, ¿por qué, si lo tenía todo?”. ¿Qué es todo? ¿Basta ser exitoso o famoso para tener felicidad? No es correcto juzgar a Lina ya que nos está vedado entrar a su alma y saber sus motivaciones, pero a veces el éxito es un fracaso si obtenemos fama, poder o dinero a costa de la paz interior. Y sin paz interior nadie es feliz porque el sentido de la vida se desdibuja, se pierde. Los sabios identifican la felicidad con una vida llena de amor y de paz. No tiene que ver nada con mansiones costosas, carros lujosos, ropa de marca, altos cargos o posición social.
La felicidad está en las buenas relaciones, no en las muchas posesiones. ¿Eran felices Bob Marley o Héctor Lavoe cuando se suicidaron? ¿Es feliz Britney Spears adicta a las drogas? ¿Tiene un hogar estable y sereno Tiger Woods? Cegados por las apariencias muchos envidian a los famosos, los bonitos y los poderosos. El hecho es que la tasa de suicidios en Hollywood es tan alta como la tasa de intriga, envidias, desamor y vaciedad que se maneja en ese espacio de las celebridades. No juzguemos a Lina, pero sin caer en un moralismo odioso, su partida puede dar pie a una sabia reflexión sobre las prioridades de la existencia.
Piénsalo bien y veras que la felicidad es saber vivir, y es esquiva si tus metas no son amar y evolucionar espiritualmente, sino tener o figurar. Hay más felicidad en dar y darte que en recibir; es más importante ser que tener; es más valioso lo espiritual que lo material, y cuenta más lo interior que lo exterior. Hay un dicho que dice: Hay personas tan pobres que lo único que tienen es dinero o fama.
El éxito social es evanescente y efímero. Lo que conviene buscar es un éxito integral en el que logras armonía, incluso azotado por la adversidad. Hay personas felices en una prisión, una clínica o un tugurio. Se le puede hallar sentido a la vida en una silla de ruedas y en esto hay buenos maestros, como el Profe Luis Fernando Montoya.
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