Jean Sánchez repite en la Tribu Global para mostrarnos que las caras de la luna son dos. En su primer artículo nos habló de lo mentiroso que somos los hombres venezolanos, ahora nos habla del lado oscuro de las féminas. Que lo disfruten!
Hace poco escribí algo sobre los hombres venezolanos http://decualquiervaina.blogspot.com/2007/02/tribu-global-ahlos-venezolanos.html y expliqué porqué me parece que son unos mentirosos; bien, ahora hablaré de las mujeres, que no solo son mentirosas, sino malvadas, maliciosas, malintencionadas y todas las palabras que empiecen por mal- que puedan imaginarse. Esta vez no creo que sea aplicable solo a las venezolanas, digamos que la malicia es algo inherente al sexo femenino.
La mujer nace compitiendo, con todo, con los hombres (las detestables feministas) y con todas las mujeres del mundo. Veamos. Cuando a una mujer le gusta un hombre, el pobre es una víctima de la seducción malévola de la mujer, quien emplea sus poderosas armas (peloteo, arrecueste, push-up y otras prendas, perfumes, maquillaje, posturas, miradas) para engatusar al incauto hasta que este no puede decir que no, el hombre cae redondito ante esas tentaciones. En cuanto a su relación con otras mujeres, la amistad existe hasta que aparece un hombre que les gusta a las dos; es en ese momento cuando empieza la batalla de intrigas, mentiras, traiciones y de todo para ganar, no importa nada, es más, creo que ni siquiera importa si el chico les gusta a las dos, con que le guste a una de ellas, ya es suficiente para que la otra trate de levantárselo, ¿para qué? Para nada, o sí, para seguir inflando su ego femenino y fastidiar a la otra.
En las relaciones de pareja la mujer finge ser una niña buena, enamorada, abnegada, pero, en la primera oportunidad que lo requiera, deja salir la mamá de las cuaimas que lleva dentro. Si el novio tuvo la desfachatez de mirar a otra, “agárrate”, empieza la venganza fría y terrorífica, el peloteo con otros, comentarios como: “qué fastidio con mi ex y esa llamadera”, toda una colección de mentiras solo para poner a temblar al otro. De hecho, si un hombre monta cachos es porque cayó en las redes de una diabla, pero si una mujer monta cachos es porque lo busca, porque quiere vengarse de algo o porque quiere reinvindicarse como mujer, eso suele pasar cuando el novio ya no le hace tanto caso como antes. Hace de todo y, de ser necesario, lo más evidente posible, siempre con la mala intención de fregar al pobre infeliz.
El lado vulnerable de las mujeres es que, así como tenemos tanta cabeza para maquinar maldades, unas placenteras y otras no tanto, también tenemos la misma cabeza para pensar demasiado, enrollarnos, crearnos nuestras propias películas y ser infelices de gratis, para que vean que la naturaleza es sabia, todo se paga.
Ah! Y no hablaré de mujeres enamoradas ni de hombres enamorados, ya que en es esas circunstancias todos somos unos idiotas.
He dicho.
Jean