Saturday, March 25, 2006
" ADIOS A LA DAMA DE LA CANCIÓN HISPANOAMERICANA"
jahesa@hotmail.com
Su verdadero nombre era María de los Angeles de Las Heras Ortiz, familiarmente la llamaron Marieta. Procedía de una familia de obreros, que vivía con el sueldo que ganaba el padre, Tomás de las Heras, como camionero y luego como taxista y más tarde como probador de coches de la Seat. Si bien nunca pasaron hambre, afirma Rocío, tampoco sobraba nada.
Nació en Madrid, el 4 de Octubre de 1944 en el barrio Cuatro Caminos. Sus padres fueron don Tomás de las Heras y doña María Ortiz. Ellos afirmaron que su hija fue una niña muy tranquila, pero que siempre le gustaba salirse con la suya. En caso contrario era capaz de armar alborotos para informar que no estaba satisfecha de lo que le hacían. De todos modos, nadie hubiera sido capaz de imaginar que con el tiempo esa niña llegaría a tener miles de admiradores que se sentirían muy honrados si ella les permitiera satisfacer el menor de sus caprichos.
Su infancia transcurrió en un barrio tranquilo de Madrid. Ahí, entre los niños de su edad, la futura estrella pasaría los primeros años de su vida. Diferente a la mayoría de los casos, Rocío no manifestó celos por el nacimiento de su hermano Jacinto, menor que ella algunos años, quien se convirtió en su juguete favorito y en el centro de toda su atención. Rocío era demasiado pequeña para comprender que el niño era una persona y muchas veces los padres la castigaron al sorprenderla haciendo maromas con su hermanito.
Después de Jacinto, Rocío tendría cuatro hermanos más: Carlos, María Antonia (Cuca), Arturo y Susana. Rocío afirmó que uno de los grandes regalos que Dios le ha dado son sus cinco hermanos, pues se llevan admirablemente y siempre se divierten cuando están en la intimidad del hogar. El abuelo paterno trabajaba como conserje en la Institución Sindical de la Paloma, donde la familia vivió por un tiempo. Posteriormente se trasladó a Valencia, cerca de Nazaret. Rocío guarda gratos recuerdos de estos años. Le tocó hacer muchas cosas en casa así como ser “madre” para sus hermanos menores, por lo cual faltó mucho a clases en el colegio. Se la reconoce como la más fuerte, la emprendedora de la familia. Recuerda que las tormentas eran su único miedo.
Llegado el momento en que Rocío fuera inscrita en el colegio, sus padres creían que la niña les daría dificultades porque estaba demasiado apegada a las costumbres hogareñas e iba a parecer intolerable permanecer en un lugar desconocido en compañía de otras niñas. Sin embargo, Rocío se mostró muy entusiasmada y el primer día que fue a la escuela levantó a toda su familia a las cuatro de la madrugada. Fue inscrita en el Colegio del Sagrado Corazón de Jesús (Chamartín de la Rosa) una pequeña escuela vigilada por monjas católicas. Nunca causó problemas a sus maestras y disfrutaba haciendo toda tarea que le encomendaban.
En ese tiempo, confiesa ella, fue cuando sintió deseos de ser actriz. No confiaba sus sueños a nadie y prefería ocultarlos en la intimidad de su ser para que fuera lo que siempre había sido: sueños de una niña ilusionada por el cine. Para entonces, la niña había ya demostrado inclinación por el canto, lo que hacía bastante bien. Esta actitud provocó las primeras dificultades en la escuela. A la hora del recreo sus compañeras no la dejaban descansar, sino que la obligaban a que les cantara. Rocío no se hacía de rogar; le gustaba cantar y, al mismo tiempo, parecía maravilloso contribuir a la diversión de sus compañeras.
De todos modos, había unas niñas que no estaban de acuerdo en que Rocío acaparara toda la atención e impidieran que las demás se dedicaran a sus juegos acostumbrados. Por eso, cuando la veían cantando se lanzaban contra ella y sus admiradoras. El pleito se generalizaba, pues las amigas de Rocío sabían defenderse y la causante del disgusto no podía dejar de encabezar el bando que peleaba en su favor.
La pequeña asimilaba las enseñanzas de las monjas, al mismo tiempo que desarrollaba sus facultades para el canto. Así se convirtió en el número uno obligado en todas las fiestas escolares. Sus padres aplaudía sus aptitudes pero no consideraban la posibilidad de lanzarla al estrellato.
Durante algún tiempo, trabajó como aprendiza en una peluquería de damas en su barrio con el fin de apoyar económicamente a los suyos; pronto logró un ascenso. Se caracterizó por ser muy hogareña, muy buena hija y hermana. Religiosa, recatada, femenina y guapa, así como inteligente, simpática y elegante.
LLAMADA AL ARTE:
Su carrera artística se inició cuando aún era una niña participando en varios festivales artísticos. Su abuelo paterno fue su primer admirador, quien insistía en su talento y encima de una mesa la hacía cantar para la concurrencia. Así empezó a “jugar” a ser artista. Su abuelo fue el primer promotor de su arte y su cómplice, ya que el padre de Rocío no veía con buenos ojos que su hija anduviera por todas partes como cantante. Sin embargo, el abuelo insistía casi en secreto y recorrieron muchas emisoras de radio que organizaban concursos para voces jóvenes.
El primer paso como profesional lo dio a los quince años, al destacarse en un concurso para cantantes nóveles en el programa de “Primer aplauso” de la televisión española. Sus padres no se opusieron a que realizara su deseo de participar en este concurso y Rocío fue una de las primeras que hizo acto de presencia. Cantó la tonadilla española titulada “La sombra vendo” y fue muy aplaudida por los organizadores del concurso.
Ella misma ignoraba lo que estaba ocurriendo en una casa cercana de la estación televisora. Luis Sanz, un “buscatalentos” madrileño, quien estaba razurándose, escuchó el precioso timbre de voz de Rocío y la vio en el programa, desde ese instante, Sanz sintió el impacto de su personalidad. Advirtió que era fotogénica y tenía voz, gracia y una gran simpatía. Antes que Rocío hubiese terminado su actuación, Sanz ya se había comunicado con la estación televisora para que le proporcionaran el nombre y la dirección de la jovencita concursante.
El buscatalentos fue a la casa de la muchacha y habló con ella y sus padres. Rocío estaba llena de estupor, puesto que Sanz era ya representante de varios famosos artísticos como Carmen Sevilla, Paquita Rico, Lola Flores, entre otros. Por primera vez en su vida la futura estrella habló de sus ambiciones artísticas y de sus deseos de ponerse en manos del señor Sanz, que pretendía lanzarla al estrellato.
Al principio, los padres de la muchacha no sabían qué actitud debían tomar. Pidieron a Luis Sanz que les dejara pensar una semana, después de la cual le darían su decisión. Esa semana fue la más difícil en lo que de existencia llevaba Rocío. La chica pedía que la dejaran probar fortuna pero sus padres temían que su hija fracasara y se sintiera frustrada para siempre.
Al fin ella se salió con la suya. El día que sus padres dieron su consentimiento estaban muy lejos de imaginar que su hija mayor no sólo no iba a fracasar, sino que se iba a convertir en un fenómeno artístico mundialmente conocido.
Contaba con quince años y apenas era consciente, como reveló, de lo que pasaba a su alrededor. Se divirtió muchísimo haciendo cine y nunca se sintió explotada porque si bien la gente que la ayudó a lograr la fama sacaba beneficio de ello, también ella lo obtuvo. Para Rocío era un mundo mágico lleno de sorpresas. Sanz le ofreció, en presencia de su familia, un contrato en exclusiva para su productora “Epoca films”, sin imaginar qué tan alto llegaría... Rocío ,sin saber por qué, sabía que siempre se dedicaría al arte con fe, éxito y entusiasmo.
Luis Sanz se hizo cargo de ella. Decidió convertirla en una gran estrella, comprendió que era necesario que la chica abandonara sus estudios de bachillerato para tomar maestros particulares y no fuera sometida a la disciplina de un colegio que ocuparía la mayor parte de su tiempo. Desde el principio, la joven se sometió a un riguroso entrenamiento que exigía mucha disciplina: Dieta en un severo régimen alimenticio. Estudios de canto con Lola de Aragón, el maestro Quiroga y Algueró. Canto y baile de flamenco con Jarrito. Así mismo, recibió entrenamientos de baile con Alberto Lorca e interpretación en un plan minucioso de estudios promovido por Luis Sanz, quien la transformó y se encargó de revelarle todos sus secretos de la profesión artística, pero tuvo cuidado de que no perdiera su personalidad de adolescente ni el encanto que él había descubierto en ella. Puede decirse que lo logró plenamente.
Sanz la ambientó también en lugares de fiestas, cócteles, entrevistas periodísticas y estrenos para introducirla en el medio artístico, así Rocío conoció a famosos como Jorge Mistral, Carmen Sevilla, Lola Flores, Vicente Parra, Paquita Rico.
Rocío se caracteriza por entregar totalmente su amor constante y consistente y, de esta misma forma, no dejó de superarse en la línea de la declamación, el canto, recitación, interpretación, gesto, mimo, expresión, ballet, francés, natación... Así mismo recibía clases de Historia del Arte, Literatura, Gramática y Matemática, aunque ésta última no fuera de su simpatía, Luis Sanz pensó que su nombre verdadero era muy largo y que, por lo mismo, no era estratégico. Buscaron un nombre que sea corto y Sanz quiso uno “claro, vital, fresco... como el rocío” y de este modo surgió el nombre de ROCÍO. Quisieron un apellido muy español, por ejemplo “Fiestas”, “Benamejí”pero no llegaban a llenar el gusto y las expectativas. Luego, lo encontraron en un mapa de España: Rocío puso su dedo en él, cerró los ojos y empezó a dar vueltas y, finalmente, lo posó sobre una pequeña población de la provincia de Granada, llamado DÚRCAL, donde más tarde, Rocío sería homenajeada con grandes honores: el alcalde de esa época la nombró “Hija Adoptiva” y colocó el nombre de “ROCIO DURCAL” a una de sus calles.
Inmediatamente, Rocío fue sometida a unas pruebas fotogénicas con resultados extraordinarios. Los productores que estaban interesados en la joven desconocida tenían fe en ella y necesitaban aquilatar el valor de su descubrimiento. La prueba final estaba dirigida por Eugenio Martín, quien más tarde la dirigió en “Las Leandras”, Por medio de esa prueba supieron que Rocío retrataba maravillosamente y transmitía con su mirada las emociones que el público aprecia en una actriz. Aquello era el fin del principio. Rocío, por el hecho de poseer una personalidad diferente, necesitaba una persona diferente. No era el caso de hacerla representar un personaje complicado. Era preciso que el público conociera a la futura estrella interpretándose a sí misma: una adolescente sencilla y enamorada de la vida. “Esa adolescente feliz y enamorada de la vida -comentó Fran José Valdés desde Asturias- ha sido la que ha conquistado nuestros corazones desde que éramos niños”.
Rocío sólo necesitaba vivir una historia que interesara al público. Con tal objeto, los productores encargaron a sus guionistas un argumento especial. Esa previsión unida al talento de Rocío, fue la causa de que ella lograra el estrellato con una sola película.
Cuando se inició el rodaje de “Canción de juventud”, dirigida por Luis Lucia, todos estuvieron de acuerdo en que Rocío conquistaría a los diferentes sectores del público cinéfilo. Para ella, esta primera filmación, fue toda una diversión. Luego de su presentación cinematográfica donde interpretaba a una alumna de un colegio de monjas que comparte una serie de peripecias con unos estudiantes de arquitectura, los cronistas ayudaron a ensalzar su nombre y su rostro por toda España haciéndose popular en muy poco tiempo y rápidamente se convirtió en una actriz destacada en los países de habla hispana.
El día del estreno de la cinta se celebró una gran función de gala en la que la debutante fue presentada al público asistente. Según declaró, esa fue la noche más emocionante de su vida, cuando subió al escenario y recibió el sincero y espontáneo aplauso que la gente le brindó, supo que no había equivocado su profesión y que tenía la obligación de complacer al público en cada una de sus futuras actuaciones.
La película se estrenó en las principales ciudades españolas y rompió récords de entradas. El éxito de la cinta confirmó lo que sus productores habían pensado al conocer a Rocío: la joven era una estrella distinta a las otras y gustaría al público por el simple hecho de serlo.
El éxito que “Canción de juventud” tuvo en España se repitió en todos los países de habla hispana: en México, Colombia, Centro América, Bolivia, Venezuela, Chile, Perú, entre otros... permaneciendo varias semanas en cartelera, esto elevó a la protagonista a la categoría de un verdadero ídolo popular.
Después del fuerte impacto provocado por el nacimiento de la nueva figura, su representante pensó que era conveniente internarla algunos meses en una escuela de niñas-bien, donde le enseñaran buenos modales y cómo comportarse en sociedad. Al mismo tiempo, Rocío tendría la oportunidad de cursar varias materias como Literatura, Historia... que le servirían para ampliar su cultura.
Su estancia en “Ciudad Dúrcal”, en el Escorial y que es el nombre de la escuela, fue muy provechoso para ella, al mismo tiempo que le permitió hacer realidad el argumento de “Canción de juventud”, al menos en lo que se refiere a su estancia en el colegio y a las diversiones de las chicas encaminadas por un grupo de religiosas, al estilo de las monjas de su película.
Su llegada al cine, según declara Rocío, fue un milagro en unos momentos económicamente difíciles para la familia porque les brindó la oportunidad de salir adelante. Mientras tanto, un grupo de guionistas se dedicó a la tarea de elaborar un nuevo argumento para la nueva estrella. A consecuencia de haber logrado el estrellato siendo muy joven, un grupo de periodistas pretendió invitarle una serie de romances publicitarios. Rocío se opuso a sus intenciones declarando que era muy joven para pensar en el amor y que su único interés, por el momento, era su carrera.
Nuevamente dirigida por Luis Lucia en su segunda película: “Rocío de la Mancha” (1962), la joven actriz interpretó otro personaje que estaba muy de acuerdo con su tipo y sus posibilidades. El guión fue hecho a su medida, colmó las grandes expectativas del público.
Para promover el estreno de esta película, Rocío realizó una gira por España y en todos los sitios que se presentó provocó verdaderos tumultos. Así inició una serie de relaciones públicas asistiendo a festivales benéficos y sociales. Visitó hospitales, amenizó veladas a los políticos, hizo de madrina en promociones de estudiantes.
Contra lo que sucede en la mayoría de los casos, Rocío disfruta del contacto con el público y durante esos tumultos, la estrella acostumbraba mezclarse entre la gente sin ninguna protección.
MAS ALLÁ DE ESPAÑA:
A los 17 años viajó por primera vez a México en medio de un entusiasmo desbordante, lo mismo sucedió en Venezuela, Puerto Rico y en los Estados Unidos donde se presentó en el célebre programa “Ed Sullivan”. A México volvería en múltiples ocasiones y al que estaría íntimamente ligada en muchos aspectos. Allí, como en otros países latinoamericanos, realizó varias presentaciones. A pesar de que es una estrella, Rocío asegura que su vida normal no ha sido afectada por el ambiente cinematográfico.
No veía por qué su vida debiera cambiar por el hecho de ser una actriz. De hecho, su carrera nunca influyó en su forma de ser .Rocío nunca lamentó no haber vivido su adolescencia y juventud como las otras chicas porque siempre supo que el éxito de su vida tenía también sus inconvenientes.
En 1963 se destacó con “La chica del trébol” (La cenicienta del barrio) en la que se lució más como actriz que como cantante.
En su cuarta película “Tengo 17 años” (1964), Rocío manifiesta mayor madurez, crecimiento y romanticismo dejando de lado su rol de “niña prodigio”. En este año realizó su primera obra de teatro: “Un domingo en Nueva York” dirigida por Adolfo Marsillach, donde Rocío se reveló como una excelente actriz teatral.
Luego, bajo la dirección de Luis César Amadori, le siguen exitosamente: “Más bonita que ninguna” (1965) “Acompáñame” , “Buenos días, condesita” (1966), en este año Rocío recibió el Premio a la Mejor Actriz. Luego, filmó: “Amoren el aire” (1967) y “Cristina Guzmán” (1968) en la que la niña prodigio desaparece para siempre después de esta interpretación siendo autorizada para mayores de dieciocho años. Seguidamente, Eugenio Martín la dirigió en “Las Leandras” (1969) el film más taquillero de su carrera. Trabajó en compañía de la mítica Celia Gámez y nuestra querida y popular Isabel Garcés.
MATRIMONIO:
En verdad, Rocío tuvo muy pocos novios. Generalmente salía en grupo con sus amigos y amigas. Tuvo un corto romance con el cantante Juan Pardo quien formaba, con Junior (Antonio Morales Barretto), el grupo musical “Los Brincos” a quien Rocío admiraba; de hecho, interpretó algunas canciones del grupo en “Mäs bonita que ninguna”.
Posteriormente “Juan y Junior” conformaron un excelente dueto. Al principio Junior se sentía atraído por una amiga de Rocío y luego por la cantante Marisol, pero finalmente Rocío se convenció de que estaba realmente enamorada de Junior y ella le declaró su amor.
Tras de nueve meses de noviazgo se casaron el 15 de Enero de 1970 en el monasterio de San Lorenzo del Escorial, donde transcurrieron famosos, Carmen Sevilla, Augusto Algueró, Paquita Rico, Luis Sanz, Luis Lucia, Lola Flores, Juan Luis Galiardo...
Celebraron su luna de miel en París, Roma y la Islas Azores. Luego, cada uno volvió a sus respectivos trabajos. Se instalaron en el apartamento de Junior. Rocío compaginó las labores del hogar con sus clases de canto y baile.
Rocío estuvo durante un tiempo retirada de los escenarios y de las salas de grabación. Nació su primogénita Carmen María Guadalupe D. el 12 de Diciembre de 1970 y cuya madrina fue Lola Flores. Rocío rechazó excelentes contratos por atender a su hija y, al siguiente año, regresó al llamado del arte de seguir conquistando al público reiniciando el cine en 1971 con “La novicia rebelde” (La novicia soñadora) dirigida por Luis Lucia.
Luego filmó “Marianela” (1972) basada en la novela de Benito Pérez Galdós y dirigida por Angelino Fons. Este nuevo film le dio grandes satisfacciones como actriz y su interpretación, sin cantar, fue motivo de orgullo y superación.
En este año, artísticamente se desempeñó con Junior, su esposo. Hicieron exitosas giras cantando juntos en España y América
El 1º de Abril de 1974 nació el segundo hijo Antonio Fernando y, como excelente madre, se dedicó a él y a enriquecer su vida familiar.
En 1974 realizó su segunda obra de teatro: “La muchacha sin retorno” y el film “Díselo con flores” una coproducción francesa que fue presentada en el Festival de Cannes de ese año.
Finalmente, hizo su última película: “Me siento extraña” (1977) un film no apto para menores y del que no quedó muy contenta y que Constituyó, sin embargo, uno de los mayores éxitos comerciales del cine español de la Transición, convirtiendo a Bárbara Rey en todo un símbolo erótico y borrando definitivamente la previa imagen de Rocío Dúrcal.
En este año, Rocío hizo su tercera obra de teatro: “Contacto peculiar” con el que permaneció sólo algunas semanas en cartel, pues la llamaron de México para presentarse en Conciertos debido al gran éxito que había alcanzado su primer disco en rancheras.
Rocío y Junior trabajaron juntos en obras teatrales y haciendo dueto. En uno de sus viajes a México, Rocío conoció, en 1976, al cantante que había de ser determinante en su carrera artística, el compositor de rancheras Juan Gabriel , quien compuso para ella varios temas que rápidamente se hicieron muy populares desde 1977. A partir de entonces se la identificó como intérprete de música ranchera y se convirtió en “Embajadora del folklore mexicano”.
Junior renunció a su carrera y a su fama para poder estar más cerca de sus hijos y ocuparse directamente de su educación. Rocío confesó agradecimiento eterno a su esposo por tal dedicación, facilitándole así el hecho de que ella continuara con su vital y próspera carrera .
El 28 de Agosto de 1979 tuvo el gozo de recibir a su benjamina, Shaila de los Angeles, que fue la bien hallada y la alegría que inundó la casa. Desde entonces, Rocío fue de éxito en éxito a lo largo de 40 años al tiempo de ver realizado su sueño de formar una familia unida y feliz.
Rocío y Junior conformaron una de las parejas más estables del mundo artístico hispanoamericano.
En los últimos años, desde 1981, también optó por cantar baladas al lado de compositores de la talla de Rafael Pérez Botija, Juan Carlos Calderón, Felipe Campuzano, Marco Antonio Solís, Joan Sebastian y Roberto Livi.
En 1998, con la dirección de Luis Sanz, realizó la serie “Los negocios de mamá” celebrados exitosamente en TVE.
ROCIO DURCAL : “LA SEÑORA DE LA CANCIÓN” nos dejó hoy, sin lugar a dudas siempre recordaremos su donaire, su belleza, su porte, su voz y el profundo sentimiento que le puso a cada canción, enfundada en sobrios atuendos, entonando con mucha propiedad una ranchera o una balada, dominando y moviéndose en el escenario con su carismático abolengo español, incansable, regocijada amablemente por resonantes aplausos de un publico prácticamente en extasis y que solían acompañarla tarareando las melodías que la hicieron hija adoptiva de sur y centro América
“Yuuuuu!!... Gracias!... gracias!!!... un beso para todos... se les quiere mucho... les prometo que volveré... muy pronto...”, son las palabras que Rocío pronunciaba en cada presentación y que su publico aceptaba al final de cada concierto, porque intuían que ella iba a volver...
Este es un homenaje a una mujer que, en gran medida, lo dejo todo, por dedicarse de lleno a su carrera y esto es algo que muy pocos artistas estarían dispuestos a hacer.
Junior, Carmen María, Antonio Fernando y Shaila de los Ángeles, la compartieron con nosotros, su inmenso publico que hoy comparte su dolor y desde la distancia les acompaña, con la certeza de mantener siempre vivo e indeleble su recuerdo en nuestros corazones.
¡Gracias Marieta! ¡Hasta pronto!
.