Catalina Robayo, Miss Colombia 2010-2011(Foto de Cromos)
Por: Javier Hernando Santamaría
Marcado escepticismo se mantiene en torno a la participación de la señorita Colombia en el certamen de Miss Universo a llevarse a cabo el 23 de Agosto en Brasil, la verdad sea dicha, su elección el pasado noviembre en Cartagena dejó turulato a más de uno, pues la gran mayoría de expertos reinólogos y periodistas tratantes del tema de la belleza, “juraban y comían caramelos” que la reina coronada era la señorita Huila.
Como decimos por estas tierras, la elección de la vallecaucana Catalina Robayo como la soberana de la belleza colombiana fue ¡tremendo palo!, a los desorbitados ojos de esos boquiabiertos escépticos, que hoy no dan un devaluado peso por el papel que jugará Miss Colombia en Miss Universo, subestimando de tajo el potencial integral, con el que Catalina conquistó al jurado invitado a la Heroica ciudad de Cartagena el año pasado y que le aseguraron el triunfo sobre las grandes favoritas de la gente común y los expertos.
Si con Paula Andrea Betancurt, Paola Turbay, Carolina Gómez y Taliana Vargas nos quedaron faltando centavos para el dólar, con Catalina nos faltaran dólares y no centavos, según la percepción que mantienen buena parte de los seguidores de estos eventos de belleza, catalogados de frívolos, banales e intrascendentes en la sociedad.
Analizando someramente el caso de Catalina Robayo, se me hace que los colombianos somos muy dados a lanzar juicios a priori y nos dejamos llevar por apasionamientos momentáneos y ese llamado patriotismo y amor al orgullo de ser colombianos, del que nos jactamos a veces, no es más que puro y recalcitrante “cuento chino”, una máscara que nos ponemos y quitamos según las circunstancias:
Si el equipo de futbol colombiano gana es ¡una berraquera, que orgullo!, pero si pierde ¡qué vergüenza, son una partida de ineptos buenos para nada!, por usar solo epítetos publicables, si una reina alcanza lo que lograron Paula Andrea, Carolina, Paola y Taliana, ¡mamacitas divinas les robaron las corona!, pero cuando ni siquiera llegan a las finalistas, ¡semejante fea, patitorcida, remedada con cirugías que iba a soñar con ganar!, y así por lo general es nuestro ánimo nacionalista y de condicionado “amor patrio”.
Catalina Robayo para muchos no tiene una belleza física que impacte, la catalogan como muy “normalita”, sin mucha gracia y que para rematar le hicieron una pésima cirugía de nariz que terminó desfavoreciéndola aún más, factores principales en los que se basan sus detractores para augurarle a la vallecaucana, soberana de la belleza colombiana 2010-2011, una participación, sin pena, ni gloria, en Miss Universo, certamen al que solo iría de paseo.
Quienes conocen a la actual Miss Colombia en persona, aseveran que es una mujer muy inteligente, preparada y elegante, aparte de tener un carisma imperceptible a simple vista y del que todos se percatan cuando entran en contacto directo con ella. En conjunto Catalina Robayo es una mujer interesante y de gran personalidad, a la que bien podríamos comparar con la exmissuniverso Cecilia Bolocco, quien conjuga básicamente, inteligencia, elegancia y un nato carisma imperceptible a simple vista, virtudes manifestadas de manera exquisita y que le fueron suficientes para conquistar al jurado en 1987, sin ser propiamente una mujer bella.
Los factores y normas que rigen el certamen de Miss Universo a la cabeza de Donalp Tromp inciden enormemente en la elección final, aunque el millonario empresario gringo diga que solo es mínima su injerencia, se dice, se rumora, que el mete sus dedos a último minuto, cuando la candidata perfilada por los jurados para ser coronada, no le conviene a sus intereses comerciales. ¿Mito o realidad? .
“Sorpresas te da la vida, la vida te da sorpresas”, si Catalina Robayo llega a ser semifinalista, o si logra quizá la hazaña de colarse en las cinco finalistas o quien sabe alcanza otro virreinato para Colombia o tal vez, bajo un augurio muy, pero muy remoto y utópico nuestra compatriota se convierte en la nueva Miss Universo, ¿qué dirían esos escépticos y detractores?...
Soñar no cuesta nada…
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