
Por Isabel Peláez y Verónica Gómez
A las telenovelas colombianas se les acusa de usar un lenguaje descarnado. Mientras algunas se autorregulan con un pito encubridor, otras justifican su ‘destape verbal’ por su compromiso con la realidad.
Ha pasado un minuto y ya se han pronunciado 18 palabras de ‘grueso calibre’. Ese conteo aplica tanto para ‘Pandillas Guerra y Paz’, como para ‘Rosario Tijeras’ y ‘Las Muñecas de la Mafia’, aunque en algunos casos las groserías sean ‘tapadas’ con un encubridor pito.
“Esa (piiii) debe estar vagabudeando como siempre”. “Braulio, alguno de los suyos le está haciendo la (piiii) vuelta”. (Las Muñecas de la Mafia).
“Le tengo la mercancía, como a usted le gusta, carne fresca, sin gordos ni ‘ñervos’” ... “Volale la cabeza a este por sapo, por pirobo, por perro”... “¿Sabes qué? Morite, pedazo de cosa”... (Rosario Tijeras).
Términos como pichurria, perro, chimba, mamón, pirobo, zorra, chuchas, marica, son recurrentes hoy en la televisión colombiana. Esa que en los 80’s escandalizó con una palabra que hoy pasa inadvertida: “verraco”. Pronunciada con insistencia por el actor Camilo Medina en la exitosa telenovela ‘La Mala Hierba’, la palabreja fue tildada de “tremenda vulgaridad” y fue censurada. Primero se le suprimió el audio, después, la osada expresión le costó a la producción que la sacaran del aire.
El lenguaje abierto debutó en Colombia con los directores y libretistas Pepe Sánchez y Carlos Duplat, en telenovelas y series “en las que los personajes hablaban más cercanos a la realidad y no con diálogos planos o almidonados. Eran muy pocas las palabras subidas de tono y se les censuraba con el pitico. La miniserie ‘Los pecados de Inés de Hinojosa’ empleó cierta jerga de época sin censura, pero nada comparable a lo que escuchamos hoy en día”, cuenta Javier Santamaría, crítico independiente de televisión.
Libretistas como Gustavo Bolívar (de ‘Pandillas, Guerra y Paz’) justifican el uso de palabras soeces por la necesidad de mostrar con realismo las pandillas de las comunas de cualquier ciudad del país.
Precisamente, para lograr un mejor reflejo de la realidad, los libretistas, según Consuelo Cepeda, defensora del televidente del Canal RCN, “se basan en un diccionario de los términos que emplean estos personajes para escribir sus guiones. Por eso en las novelas sobre narcotráfico y pandillas el vocabulario se maneja lo más real posible”.
Cepeda dice que “los libretistas no pueden falsear una realidad, ni poner a hablar a los personajes con palabras que no son de su léxico”, pero a la vez admite que “hay que luchar para que el uso de palabras soeces sea moderado”.
Los críticos de televisión justifican que el léxico que emplean los actores corresponde a la esencia de la historia y de sus personajes. “El empleo de un vocabulario fuerte y descarnado tiene su origen en “el compromiso de la ficción con la realidad y que responde a la exigencia del público de que los personajes tengan un alto grado de verosimilitud. No debería haber límite, menos en un idioma como el nuestro tan rico en palabras y expresiones”, opina Jorge Elkim Ospina.
Contrario a lo que muchos pensarían, no existe es un reglamento para el uso del lenguaje en las telenovelas. Según la Comisión Nacional de Televisión, “estas historias son ficción y el uso de las palabras está amparado por la libertad de expresión, porque no están dirigidas a un tercero con nombre propio”, según la sentencia de la Corte ‘T 391 de 2007’.
La realidad es que son más las quejas que llegan a la Defensoría del Televidente de Caracol por las escenas de violencia que por las palabras que se emplean en las telenovelas sostiene Amparo Pérez.
Por su parte, Germán Ortiz Leiva, profesor de comunicación social de la Universidad del Rosario asegura que “si bien el lenguaje descarnado trata de escenificar una realidad cruda como la del mundo del hampa, en una producción de esta naturaleza debería haber un contexto de la problemática de la mafia que dé más significado social al televidente y no se quede en el raiting”.
Específicamente, en Cali, la comunidad educativa caleña se muestra muy alarmada por el léxico que están manejando los jóvenes de todos los estratos sociales. “De eso tiene la culpa la televisión y el cine colombianos, con sus telenovelas y películas, donde está a flor de labios el léxico más soez y vulgar”, asevera Luis Carlos Tenorio Herrera, presidente de la Asociación de Entidades de Educación Privada.
“Tanto las telenovelas foráneas como las nacionales utilizan una jeringonza que los jóvenes, aún sin entender, vuelven de uso común en la cotidianidad, como el término ‘pichornea’, términos tan devastadores para el idioma castellano, tan rico en sinónimos y antónimos”, dice Tenorio, rector del Colegio Mayor Alférez Real.
El educador considera que “para mostrar una realidad de un grupo social no es necesario utilizar su mismo léxico, si se puede dar una moraleja o una enseñanza maravillosa sin usar palabras de grueso calibre”.
Para él, en lugar de presentar más narcotráfico y violencia, se debe volver a las novelas costumbristas, que no impliquen vocabulario soez, siguiendo el ejemplo de telenovelas como ‘San Tropel’ o ‘Gallito Ramírez’.
La preocupación se ha apoderado de los padres de familia, como constata la psicóloga y psicoterapeuta de familia, Rosalba Urrutia, quien asegura que “ellos se quejan de que sus hijos están perdiendo su identidad, sus valores de crianza y deformando su vocabulario”.
Dice la profesional que se ha vuelto una moda en los niños de 12 a 15 años adoptar en su diálogo diario “esa terminología rebuscada de las telenovelas, ese lenguaje irrespetuoso con el que están irrumpiendo en ellos de manera agresiva y contundente”.
¿Les importa un pito?
Debido al cambio de horario, del ‘primetime’ al familiar de las tardes de los sábados, la serie ‘Pandillas, Guerra y Paz’ ha sumado a su elenco un nuevo personaje: el pito encubridor de palabras, “las de carácter descortés, inapropiadas, groseras”, como explica Jorge Elkim Ospina.
No es una censura, aclara Ospina, “ya que no obedece a un control de tipo gubernamental o institucional contra la libertad de expresión, es el cumplimiento de la normatividad que reglamenta el horario familiar”.
Sin embargo, entre la palabrota y el pitico, la defensora del televidente de RCN, se queda con la primera. “Si tú no estás tan concentrado en la novela, este pitico inmediatamente te evoca una vulgaridad. Es más sano agregar antes de la emisión una advertencia sobre el lenguaje”.
Antecedentes
Colombianas censuradas en Panamá. “Las telenovelas colombianas están haciendo un gran daño a nuestro país, con nombres bonitos que exaltan el narcotráfico, el robo y el atraco. Eso no puede continuar”, dijo el presidente panameño Ricardo Martinelli, a comienzos de este mes, refiriéndose a las series ‘El Cartel de los Sapos’, ‘Las Muñecas de la Mafia’ y ‘Sin Senos no hay Paraíso’.
Vocabulario fuerte. Entre las producciones de televisión que han manejado un fuerte contenido verbal están: ‘Perro Amor’, ‘Los Victorinos’, ‘Francisco, el Matemático’ y ‘Amar y Vivir’.
En cine. ‘La ‘Vendedora de Rosas’, ‘La Virgen de los Sicarios’, ‘La Estrategia del Caracol’ y ‘El Rey’.
El dato
En La segunda parte de ‘El Cartel de los Sapos’ se empleará un lenguaje más “liviano” (menos agresivo), que obedece a la autoexigencia de Caracol y no a una imposición de la CNTV.
En pocas palabras
A través de los diálogos el libretista les infunde a los personajes carácter y personalidad, y el actor, visceralidad y real emoción”.
Javier Santamaría, crítico de televisión.
Cara a Cara
“La televisión legitimiza lo soez”
Jerónimo Rivera, director de la Red Iberoamericana de Narrativas Audiovisuales.
“La discusión no es tanto si se dice o no palabras obscenas en la televisión sino cuál es el sentido y a qué público está llegando este tipo de lenguaje. La televisión no vuelve vulgar a nadie, eso es absurdo, pues palabras soeces se escuchan en la calle constantemente, en unos lugares más que en otros, pero sí creo que debe existir un límite en el vocabulario de los actores, sobre todo en las franjas para menores de edad, sin que esto implique que las series sean artificiales. Lo que pasa con la repetición y el uso constante de palabras soeces en las telenovelas y series, es que de alguna manera le dan cierta legitimidad a ese vocabulario, pues la televisión es masiva. Un ejemplo es Juanes, quien dice “chimba” en cada aparición que hace en televisión, él, implícitamente, está permitiendo que cualquier persona utilice esta palabra sin sentir que está siendo vulgar. Y eso pasa con las telenovelas, que la gente puede llegar a pensar con el tiempo que esas palabras no son ofensivas y se vuelven del lenguaje común”.
“Compromiso con la realidad colombiana”
Javier Santamaría, comunicador social-periodista y crítico independiente de televisión.
“El lenguaje ‘suelto’ de las telenovelas obedece tanto a cuestiones de rating como a un compromiso con el realismo. Si me remito a juzgar lo que escriben Gustavo Bolívar (‘Pandillas, Guerra y Paz’) y su equipo de libretistas, es claro que están comprometidos en retratar la realidad crudamente, sin adornitos ni tergiversaciones. El Canal RCN ha demostrado apertura al respaldar estas producciones que suscitan controversia y de paso, buen rating. No veo problema en que ‘Rosario Tijeras’, que es emitida a las 10:10 p.m., en franja de adultos, hora en la que no tiene que haber ningún menor de edad frente al televisor, no tenga el detestable pitico. Debe haber límite, pero siempre y cuando no aniquile el trasfondo de la realidad que se quiere plasmar. No es un irrespeto para los televidentes que un Canal no censure estos diálogos en franjas sólo para adultos. Así se habla y mucho peor. Incluso, los jóvenes se ríen y hasta corrigen las imprecisiones de la jerga que se usa en la Tv. y que tanto escozor causa”.
Apuntes
¿Autocontrol?
Amparo Pérez, defensora del Televidente del Canal Caracol, asegura que “el pitico para tapar las palabras soeces en la telenovela ‘Las muñecas de la mafia’ no hace parte de un reglamento de la Comisión Nacional de Televisión, sino de una decisión que tomó el presidente del Canal porque la novela se estaba transmitiendo en un horario familiar.
Lectores de libretos. Detrás de cámaras hay un equipo de ‘lectores de libretos’, conformado por estudiantes de comunicación social, libretistas consagrados, sociólogos y sicólogos que llevan el control de los contenidos y hacen sugerencias sobre el manejo del lenguaje, revela la defensora del Televidente de RCN, Consuelo Cepeda.
El horario. Según Amparo Pérez “la cuestión está en el horario, a pesar de que existan palabras vulgares que son de conocimiento común y representan un estrato popular, el Canal no puede legitimar ese lenguaje para un público masivo, es decir en un horario familiar. ‘Las muñecas de la mafia’ ahora está en la franja de adultos”, manifiesta.
¿Mojigatos? Mientras en Colombia el lenguaje de miniseries como ‘El Cartel de los Sapos’ y ‘Sin Tetas no Hay Paraíso’, “sin ser extremadamente altisonante”, causó polémica, la miniserie española ‘Herederos’, “donde las palabrotas rebotan como pelota de ping pong, éstas no sonrojan ni al más puritano de los españoles”, afirma el crítico Santamaría.
(MATERIAL EXCLUSIVO-ELPAIS-COLOMBIA)
LINK:
http://www.elpais.com.co/paisonline/ediciones_anteriores/ediciones.php?p=feb232010
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