Saturday, February 20, 2010

URIBE VS URIBE


La otra orilla. Por: Cecilia Oorozco Ttascón

El presidente Uribe es un líder que sólo nace cada cien años, como aseguran sus adoradores, o no maneja nada: sus ministros no le consultan las decisiones más delicadas; sus consejeros le invitan bandidos a Palacio; sus congresistas y amigos canjean votos por subsidios, por notarías o por puestos; sus cuerpos de seguridad ‘chuzan’ magistrados y periodistas. Agro Ingreso Seguro se reparte entre los hacendados ricos; el Ministerio de Protección Social modifica, entero, el Sistema de Salud y esto, más todo lo anterior, ¡ocurre a sus espaldas! Lo dicho: el Jefe de Estado es un genio o es un desastre. Eso sí, sabe cautivar auditorios, da entrevistas a diestra y siniestra, y abre noticieros y periódicos con grandes titulares porque se separa radicalmente de la Administración que él dirige. ¿Se han fijado en que no hay peor contradictor de las políticas oficiales que Álvaro Uribe?

En cuanto se presenta una polémica por errores, escándalos de corrupción o decretos del Ejecutivo, él se pone de acuerdo con sus críticos, expresa su desencanto en medio de accesos de ira y sus pobres colaboradores, sin vergüenza ni dignidad, agachan la mirada, no responden y tampoco renuncian. A Diego Palacio, que no es, ni mucho menos santo de mi devoción, hay que reconocerle que se ha jugado incluso su buen nombre, por lealtad con su superior. Éste, no obstante, no ha hecho otra cosa que insultarlo con los siguientes epítetos: incompetente, mediocre, mal interlocutor, pésimo redactor y bruto, cuando señaló que “parece que se (le) hablara a una pared”. Claro, estamos en plena campaña y el Primer Mandatario todavía espera que haya segunda reelección presidencial. Entiende uno que no quiera mancharse con la propuesta impopular de quebrar el derecho a la salud. Pero del hombre frentero que desafía a sus opositores altivamente, se esperaría un poco más de fidelidad con los que han estado de su lado, los abyectos ejecutores de sus órdenes.

Hace algunos días, el Presidente recibió a un grupo de defensores de la prensa libre. En la reunión aseveró que “quien afecte la libertad de un periodista y quien (lo) intercepte, es enemigo del Gobierno”. Se expresa así, seis años después de que dos organismos gubernamentales (la Dirección de Inteligencia de la Policía y el DAS) desarrollaran, de manera permanente, estrategias de seguimiento a reporteros y columnistas. Cualquiera se imagina que los agentes trabajaban para su Administración. A no ser que se acepte que hubo o hay infiltración guerrillera en los puestos de comando de la seguridad democrática. Y ahí sí, apagá y vámonos. El Mandatario sacó a doce generales que, en su mayoría, no tenían velas en esos entierros; y del DAS indicó algo parecido a lo que le dijo a los periodistas: el que espíe ilegalmente, es (otro) enemigo que le quiere hacer daño al Gobierno. Han sido desautorizados y ridiculizados en público, entre otros, el Vicepresidente, los dos últimos ministros de Defensa, los ministros del Interior, el actual Ministro de Agricultura; varios consejeros de Presidencia y hasta un fotógrafo apodado ‘la mechuda’, aquél a quien le arrojó la famosa amenaza: “Le pegó en la cara mar…”. ¿Quién es el enemigo del líder? ¿No será él mismo?



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