Por : JAVIER SANTAMARÍA
Cumple una semana al aire la nueva serie novelada del Canal CARACOL “Todas odian a Bermúdez”, escrita y producida por Dago García y los resultados en audiencia no han sido los esperados, ya que en su estreno marco un rating mediano de 12 puntos y al día siguiente bajó a 10 puntos, situación preocupante que los ha obligado a correrla de horario desistiendo de enfrentarla a la telenovela de vanguardia “El último matrimonio feliz” que presenta su contendor el Canal RCN y que tras un largo año al aire, se mantiene con un rating de 28 puntos.
Cuando digo y repito que la teleaudiencia colombiana es bastante impredecible, sencillamente es por algo y en este caso, sin posar como ave de mal agüero, se advierte que esta nueva producción del Canal CARACOL no caló lo suficiente en el gusto de los televidentes, seguramente los factores conjugados adversos son varios, entre los que podemos mencionar el desacierto en la elección del casting, situaciones argumentales repetitivas, la escenografía inmutable novela tras novela, como dirían por ahí “la misma perra con distinto hueso”.
El señor Dago García ha reconocido que le encanta trabajar con determinado grupo de actores, con los que por supuesto se siente seguro y casi que escribe los personajes pensando en ellos, sin por ello pecar de “rosquero”o excluyente, por eso no es raro ver a los mismos actores saltar de una producción a otra y de un personaje a otro, en “Todas odian a Bermúdez” se presenta el caso de Andrea Nocetti e Isabel Cristina Estrada, quienes participaron en la exitosa telenovela-comedia “Nuevo rico, nuevo pobre”, actualmente asumen sin una pizca de vergüenza roles fotocopias de los anteriores. También repiten Carmenza Cossio y Claudio Cataño quienes salieron recientemente de “Muñoz vale por dos” y Cecilia Navia que viene de “El último matrimonio feliz” en su ya clásico rol de gordita solterona.
En el caso de Andrea Nocetti podría concluir que histriónicamente ella no puede dar más que caracterizar a la gomela fresita arribista de dedo parado con una neurona en uso e Isabel Cristina Estrada encasillada desde ya en el rol de la tontarrona buenona, casquisuelta, amiga y confidente de la protagonista, esa situación subestima la percepción del televidente común y corriente, quien obviamente ya no se deja meter el dedo en la boca e influye con contundencia en la decisión que ellos finalmente hacen del programa que determinan seguir o desechar. Si de repente fueran actrices de peso pesado capaces de despojarse de los ropajes de sus anteriores personajes con el profesionalismo de figuras como Margalida Castro y Consuelo Luzardo, solo por dar dos nombres, otra seria la historia, pero a ambas les falta mucho pelo para flequillo y ni que decir de Carmenza Cossio con su marcado acento paisa, da la hartísima sensación que la solterona cuñada de Román Muñoz es ahora secretaria de gerencia de un matutino en “Todas odian a Bermúdez”.
Si me remito a los roles protagónicos, ya no se puede esgrimir el cuento aquel que se hace necesaria la presencia de un galán extranjero en una producción nacional para facilitar su venta a otros países, de repente en los años ochenta tenía sustento traer a Guillermo Capetillo o Andrés García así no actuaran nada, solo a cuento de su nombre, pero hoy en día las producciones colombianas se venden solitas, con sus anti galanes feos a bordo, los modismos y sobre todo por el encanto y riesgo de sus historias.
Ver a Diego Berti repetirse una y otra vez en su papel de ejecutivo cuarentón millonario da grima, ¿será que actoralmente no puede brindar más al publico?, lo he visto en películas peruanas y españolas y percibo más bien que le resulta más cómodo ser el galancete cholo en todas los culebrones, que arriesgarse a un papel de reparto con potencial histriónico, presumo que se siente ya a un nivel de máximo “relax” y canchera veteranía que le impide aceptar otro tipo de personaje que no sea el de protagonista. No tengo nada en contra del trabajo de actores extranjeros en la televisión nacional, pero con sinceridad, Diego Berti no produce ni frío, ni calor como actor, a lo mejor solo suspiros entre sus fanáticas.
En cuanto al rol femenino protagónico Valentina Rendón se ajusta al perfil del personaje y es una actriz que puede dar mucho, siempre y cuando las condiciones estén dadas, ella viene de un rol de reparto en la telenovela-comedia “Cómplices” y anteriormente de un fracasado protagónico en un seriado junto a Juancho Cardona, pero lamentablemente de nuevo los factores de su entorno no están dados para que se luzca merecidamente.
Víctor Hugo Cabrera en mi opinión no lo esta haciendo tan mal enfundado en el ropaje de Arturo Bermúdez, el periodista deportivo impertinente, latoso y algo ególatra al que todas las mujeres odian con merecida razón, de verdad que despierta tirria, aunque para algunos colegas conserva visos marcados del famoso Méndez de “Hasta que la plata nos separe”.
En “Todas odian a Bermúdez” me gustan los juegos de edición, me parece importante que la musicalización juegue papel protagonista, ya que de unos años a la fecha, los libretistas y editores le restaron importancia a este fundamental apoyo, quizá era el señor Julio Jiménez quien se valía de todos estos elementos para resaltar el suspenso, los picos de intriga y los caracteres sobresalientes de sus personajes, por demás, sin posar de tarotista improvisado se advierte que esta miniserie novelada correrá la misma suerte de “Valentino el argentino” y otras de cuyo nombre ya ni me acuerdo.
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