En el artículo anterior - http://decualquiervaina.blogspot.com/2007/03/de-aqu-de-all-o-de-acull.html - me refería al sentido de pertenencia que vamos perdiendo, pero a la vez adquiriendo, cuando nos vamos a vivir fuera de nuestro país. Sus comentarios reflejaron lo íntimo y personal que es para cada uno la manera de entucar el rollo existencial que se plantea, como parte, de lo que Sartre denominaba, la condición humana. Sartre creía que aunque no existe una esencia común a todos los hombres, se puede hablar de rasgos comunes universales que compartimos todos los seres humanos.
Por eso aunque estemos en San Salvador, Tokio, Washington, Rabat, Mumbai o Caracas, los seres humanos vamos a tener tripeos y maltripeos, amores y desamores, alegría y arrechera, satisfacciones y decepciones, esperanza y desesperanza, felicidad y dolor, éxtasis y despecho.
La condición humana no va a cambiar por unas coordenadas geográficas o por un pasaporte, aunque el background cultural y el lugar donde estemos, pueden cambiar la manera particular que tiene cada uno de nosotros de entucar sus propios rollos existenciales.
Ya decía Sartre que la vida misma carece de sentido; sólo se puede hablar del sentido que cada uno le da, de los valores que cada uno inventa.
Ciro
Por eso aunque estemos en San Salvador, Tokio, Washington, Rabat, Mumbai o Caracas, los seres humanos vamos a tener tripeos y maltripeos, amores y desamores, alegría y arrechera, satisfacciones y decepciones, esperanza y desesperanza, felicidad y dolor, éxtasis y despecho.
La condición humana no va a cambiar por unas coordenadas geográficas o por un pasaporte, aunque el background cultural y el lugar donde estemos, pueden cambiar la manera particular que tiene cada uno de nosotros de entucar sus propios rollos existenciales.
Ya decía Sartre que la vida misma carece de sentido; sólo se puede hablar del sentido que cada uno le da, de los valores que cada uno inventa.
Ciro