Cuando una persona se va de su país como consecuencia de un sinnúmero de circunstancias, justificadas o no, que no vamos a analizar en este momento; lleva consigo dos maletas, -aunque tengo amigas que se llevarían más maletas, incluso cajas- una de peroles y otra de su propio background cultural y personal.
La maleta de peroles la abrimos para usar lo que trajimos; pero, con el paso del tiempo, esos peroles se vuelven cachivaches, por culpa de los cambiantes gustos personales, las condiciones climatológicas o, simplemente, la moda. La otra maleta, en cambio, se abre para compartir con los demás lo que trajimos y para meter allí lo que nos está dando la nueva sociedad a la llegamos.
Y con la segunda maleta es que empieza el peo. Nuestro sentido de pertenencia, al principio, se mantiene incólume; pero con el pasar del tiempo se nos va confundiendo, al punto que ya no sabemos qué lugar llamar hogar: ¿es la casa donde nacimos, crecimos -unos más que otros, por cierto- y jodimos por largo tiempo, o es el apartamentico sin cuarto por el que pagamos un montón de dólares? ¿Los amigos que dejamos nos verán tan cambiados como nosotros los vemos a ellos, a pesar de que nos escribamos siempre y lean nuestro blog? ¿Nuestras costumbres son las mismas que trajimos en esa maleta después de habernos relacionado, no sólo con es nueva sociedad, sino con la multiculturalidad que ésta implica?
La diferencia entre los que se van ahora y los que se iban a principios o a mediados del siglo pasado es que ellos perdían la maleta con el paso del tiempo, nosotros, afortunadamente y gracias a la globalización, seguimos en contacto con lo que trajimos y nos rehusamos a perderlo, incluso deseamos compartirlo con quien quiera recibirlo.
Pero a pesar de, o gracias a, la globalización se nos plantea la duda de lo que somos ahora dentro de este nuevo contexto al que nos enfrentamos; y muchas veces aferrándonos a algo que dejó de ser, creemos que seguimos siendo los mismos. Pero cuando regresamos -aunque sea de vacaciones- nos pasa por la mente, a ratos, lo que ejemplifica el diálogo de Zach Braff con la hermosísima Natalie Portman en la excelente película Garden State: “quizá viví extrañando algo que dejó de existir hace tanto tiempo; ya no pertenezco a este lugar.”
Ciro
La maleta de peroles la abrimos para usar lo que trajimos; pero, con el paso del tiempo, esos peroles se vuelven cachivaches, por culpa de los cambiantes gustos personales, las condiciones climatológicas o, simplemente, la moda. La otra maleta, en cambio, se abre para compartir con los demás lo que trajimos y para meter allí lo que nos está dando la nueva sociedad a la llegamos.
Y con la segunda maleta es que empieza el peo. Nuestro sentido de pertenencia, al principio, se mantiene incólume; pero con el pasar del tiempo se nos va confundiendo, al punto que ya no sabemos qué lugar llamar hogar: ¿es la casa donde nacimos, crecimos -unos más que otros, por cierto- y jodimos por largo tiempo, o es el apartamentico sin cuarto por el que pagamos un montón de dólares? ¿Los amigos que dejamos nos verán tan cambiados como nosotros los vemos a ellos, a pesar de que nos escribamos siempre y lean nuestro blog? ¿Nuestras costumbres son las mismas que trajimos en esa maleta después de habernos relacionado, no sólo con es nueva sociedad, sino con la multiculturalidad que ésta implica?
La diferencia entre los que se van ahora y los que se iban a principios o a mediados del siglo pasado es que ellos perdían la maleta con el paso del tiempo, nosotros, afortunadamente y gracias a la globalización, seguimos en contacto con lo que trajimos y nos rehusamos a perderlo, incluso deseamos compartirlo con quien quiera recibirlo.
Pero a pesar de, o gracias a, la globalización se nos plantea la duda de lo que somos ahora dentro de este nuevo contexto al que nos enfrentamos; y muchas veces aferrándonos a algo que dejó de ser, creemos que seguimos siendo los mismos. Pero cuando regresamos -aunque sea de vacaciones- nos pasa por la mente, a ratos, lo que ejemplifica el diálogo de Zach Braff con la hermosísima Natalie Portman en la excelente película Garden State: “quizá viví extrañando algo que dejó de existir hace tanto tiempo; ya no pertenezco a este lugar.”
Ciro