La película trata de dos trabajadores, un profesor y un niño que se atreven a secuestrar una locomotora llamada "la 33" antes de que ésta sea vendida a Hollywood. En el viaje recorren Uruguay (van destino a Brasil) donde conocen mucha gente que le da apoyo incondicional para tratar de salvar este patrimonio uruguayo de ser vendido.
Es una película que ganó una chorrera de premios y si mis fuentes no son erróneas fue producto de una aventura conjunta entre Uruguay, Argentina y España. El Director es Diego Arsuaga.
Lo mejor de todo es que fué un hecho de la vida real, y si tomamos en cuenta que los dos trabajadores y el profesor son unos ancianos, el acto se torna heróico. Al parecer los trenes despiertan pasiones. Son como mágicos y desde su aparición han marcado a las sociedades con las que ha vivido. El tren no sólo unió pueblos sino que se creó nuevas poblaciones. Basta con ver una película de vaqueros ("un güenster") para ver un ferrocarril en cualquier momento.
Recuerdo que en el 98 varios amigos chilenos me contaban del romanticismo que tenía el viajar al Sur en tren, donde ni siquiera las averías que lograban mantenerlo fuera de funcionamiento por días, le quitaban su encanto. Tanto así, que fue inmortalizado en Sur América por los Prisioneros con su canción "Tren al Sur" y mostrado en el inicio de la película "Azul Profundo" cuando al protagonista lo contratan para sumergirse en aguas gélidas. Este tren, según dicen las malas lenguas, alguna vez fué al Norte pero que el dictador Augusto Pinochet se encargó de darle destino sólo hacia el punto cardinal austral. El paso a través del desierto de Atacama quedó para la posteridad (espero que Marta, Claudia, Patricia, El Chino, Vero o Pinocho me den la razón o me desmientan).
Lo que si es cierto, es que los trenes tienen ese aire aventurero y apasionante; de ellos han salido miles de historias alrededor del mundo, y más de uno, como mi amiga Isabel Sanglade que se montó en China, con un gentío, gallinas, puercos y sólo ella sabe que otro animalito, tiene más de un cuento.
En el caso venezolano, el tren es como un volcán o 4 estaciones: Inexistente. Si hubo trenes, sólo me acuerdo del "Tren del Encanto" el cuál no sé, ni siquiera, si es el mismo que el Gran Ferrocarril de Venezuela cuya primera parada entre Caracas y Valencia, la estación del Consejo, fue inaugurada para 1893 (aquí no incluyo los trenes que transportan minerales que se usan en las empresas de Guayana). La poca distancia abarcada por estos era tan ínfima que el impacto fue mínimo en el desarrollo venezolano. El abuelo de mi esposa, me contaba que era más fácil ir a buscar mercancía, playas y vida a Trinidad desde Ciudad Bolívar que aventurarse a Caracas. No había carretera en buen estado y mucho menos tren hacia 1935.
Hugo Boss, inauguró apresuradamente antes de las elecciones, su tren chu-chuuuú-chucuto (Caracas-Valles del Tuy), el proyecto de infraestructura más importante en 8 años de gobierno. El presidente terminó con retraso de parte de su gobierno una obra iniciada en gobiernos anteriores, perdón, faltaban escaleras mecánicas, finalización de techos y ausencia de control de vías para manejo seguro. Pero lo que si había eran muchos afiches que dan fé del culto a la personalidad de una de las figuras más importante de este año según la revista Times.
Será que este tren levantará tantas pasiones como levantó el "Ultimo Tren" de Uruguay y el "Tren al Sur" de Chile?
Viendo como ha separado Chavez al pueblo venezolano con su inyectadora de odio, no veo por qué no.
El Pollo