Cuando leí la noticia ayer, no salía de mi asombro, el estupor me invadía, reinaba la confusión.
El ministro de educación Adán Chávez, según reseña la Agencia Bolivariana de Noticias (ABN), anunció que a los estudiantes “se les inyectará los auténticos valores de una sociedad, se les inyectará lo que es el socialismo”.
Mi asombro, mi estupor y mi confusión no están relacionados con la atrocidad de tratar de imponerle a nuestros chamos -desde la guardería hasta la universidad-, a trocha y mocha, lo que unos trasnochados anacrónicos piensan que es la mejor manera de formar el capital humano de nuestro país. Mi desasosiego tampoco está asociado a la aberrante frase del ministro de marras: “la educación no es un modo de ascenso social”. En realidad mi peo con la noticia es, más bien, un peo lingüístico con el verbo inyectar.
Mi duda existencial está asociada a qué carajo va a decir uno cuando salga mal en un examen; tendremos que decir: ¿me clavaron? o tendremos que decir: ¿me inyectaron? Y es aquí donde la duda se profundiza; coño, porque si en clase nos van a inyectar, por consecuencia lógica, en el examen nos van a clavar. No importa cuánto estudiemos, la relación es causa/consecuencia = inyectar/clavar o clavar/inyectar, la verdad no lo sé, pero me da pánico por lo confuso o ambiguo que puede ser.
Imagínense está frase tan ambigua: ando medio inyectao en esa materia, en lugar de decir -como siempre hemos dicho-: ando medio clavao en esa materia; porque si se trata de educación física, la vaina va a ser que no sabremos si el pana está hablando de esteroides o de qué carajo. Otro granito de arena para la lista de cosas que hace el gobierno, perdón la monarquía, del señor Chávez para producir estrés en la población. Porque no sólo nos lo están enchufando -digo, por la nacionalización de la Electricidad de Caracas-, sino que ahora también nos lo quieren inyectar.
¡Que desastre!
Ciro
El ministro de educación Adán Chávez, según reseña la Agencia Bolivariana de Noticias (ABN), anunció que a los estudiantes “se les inyectará los auténticos valores de una sociedad, se les inyectará lo que es el socialismo”.
Mi asombro, mi estupor y mi confusión no están relacionados con la atrocidad de tratar de imponerle a nuestros chamos -desde la guardería hasta la universidad-, a trocha y mocha, lo que unos trasnochados anacrónicos piensan que es la mejor manera de formar el capital humano de nuestro país. Mi desasosiego tampoco está asociado a la aberrante frase del ministro de marras: “la educación no es un modo de ascenso social”. En realidad mi peo con la noticia es, más bien, un peo lingüístico con el verbo inyectar.
Mi duda existencial está asociada a qué carajo va a decir uno cuando salga mal en un examen; tendremos que decir: ¿me clavaron? o tendremos que decir: ¿me inyectaron? Y es aquí donde la duda se profundiza; coño, porque si en clase nos van a inyectar, por consecuencia lógica, en el examen nos van a clavar. No importa cuánto estudiemos, la relación es causa/consecuencia = inyectar/clavar o clavar/inyectar, la verdad no lo sé, pero me da pánico por lo confuso o ambiguo que puede ser.
Imagínense está frase tan ambigua: ando medio inyectao en esa materia, en lugar de decir -como siempre hemos dicho-: ando medio clavao en esa materia; porque si se trata de educación física, la vaina va a ser que no sabremos si el pana está hablando de esteroides o de qué carajo. Otro granito de arena para la lista de cosas que hace el gobierno, perdón la monarquía, del señor Chávez para producir estrés en la población. Porque no sólo nos lo están enchufando -digo, por la nacionalización de la Electricidad de Caracas-, sino que ahora también nos lo quieren inyectar.
¡Que desastre!
Ciro